A TODO UN HOMBRE
Manos encallecidas que sembraron,
en áridas tierras aunque bondadosas,
capaces fueron de otras bellas cosas,
que al sentirlas junto a mí, me motivaron.
Segaban las mieses por el sol doradas
e inspiraban confianza su presencia,
manos fuertes, duras, sin violencia,
preciosas cualidades en ellas conjuntadas.
Tensaban cuerdas en el acarreo,
y aguantaban firmes, bien, la vertedera,
hermosos recuerdos estos que de niño,
guardo sin querer olvidar, es mi deseo.
Como el de ayudar en la parva de la era,
a las que en vida dieron tanto cariño.