EXPLICACIÓN
En este libro queda integrada, en parte, la temática paraguaya de Goycoechea Menéndez, sector importante de su vida en el país, que cubriera con intensidad en el lapso de cuatro años y cuatro meses, que para sus compatriotas contemporáneos -testigos de su nomadismo- pudieron parecer, por su duración, casi excesivos.
La base del volumen está constituida por aportes vinculados a la poesía -en algunos casos descriptiva- y en otros a la prosa poética o poema en prosa, forma de expresión muy particular del modernismo, que contara, en tal sentido, con antecedentes no desdeñables: Aloysius Bertrand (el de Gaspard de la Nuit), Poe y Baudelaire, además del ejemplo del propio Rubén Darío.
En la producción de este poeta no se advierte mayor efusión lírica, motivo por el cual se ha preferido la inclusión de material que si bien no está determinado por la calidad estética, sí puede tomárselo como elemento de prueba, como se evidencia en los versos -a todas luces ocasionales de «Obsequio de boda». Por su parte otros tocan -con sencillez proclive al prosaísmo- la veta pintoresquista («Rimas guaireñas», «Ñandutíes»), debiendo verse en ello como una concesión al post-romanticismo ambiental en vigencia.
Pero habrá que reconocer que el breve y a la vez gracioso sonetín (trabajado con ingredientes exóticos) con dedicatoria a Beatriz Sardi, y los pareados cíclicos de «Palabras supremas» responden, en ambos extremos, a la mejor tradición modernista, esa que había sabido captar en el Río de la Plata por influencia y compañía de amigos y adláteres de Darío, cuyo alejamiento de la Argentina coincidió con la llegada de Goycoechea Menéndez a Buenos Aires, experimentada ya la inicial etapa provinciana (1877-1897). En la siguiente y desde 1898 dará comienzo a una segunda que abarca sólo tres años de intenso trajín (1898-1901). A partir de la tercera y final habrá de verificarse su «otra existencia», la que aquí forjara y que es la que ha definido sus pasos hacia una modesta pero auténtica posteridad.
Según podrá advertirse, aun por quien no esté a la moda de los avatares bibliográficos, la conformación de este volumen está referida a las ediciones conocidas de Guaraníes: la primera (1905) aparecida en Asunción por disposición del autor, y las siguientes segunda y tercera (1925 y 1939), que contaron con los directos auspicios de don Juan E. O'Leary, firmante, a la vez, de la única biografía valorativa, publicada seis décadas atrás.
El ordenamiento adoptado no habría de ser otro que el de la aludida obra, a excepción de su ensayo sociológico «El raído», que por su característica ha sido trasladado al «Apéndice documental», acentuándose con ello la intención de reducir en un capítulo aquello que se interpreta como lo privativamente literario. También encuentra su lugar allí, en condición de «Noticia autobiográfica», una curiosa carta enviada por Goycoechea Menéndez desde Humaitá y en la cual se ponen de manifiesto matices no siempre manifestados de su personalidad.
En la sección denominada «Intermedio» se ha ubicado la traslación fragmentaria que el poeta entrerriano, ya fallecido, Guillermo Saraví, realizara -con el nombre de «Cerro Corá»-, de la prosa poética de «La noche antes». Y a continuación la importante versión del escritor, asimismo de dicha provincia, Martiniano Leguizamón, que lo conociera en las vísperas de su venida.
Las opiniones locales han quedado circunscritas a tres, atendiendo a diferentes épocas: la de Manuel Domínguez, en 1901; la crónica necrológica de «Los Sucesos», en 1906, y el prólogo de O'Leary, que es de 1925. En todas ellas está presente la simpatía y el afecto que supo granjearse el poeta cordobés, que se convertiría, casi de inmediato, en el adelantado del modernismo literario y en precursor de la tercera revisión histórica, liderazgos ambos que están implícitos en su propia actuación.
Conviene asimismo aclarar que tanto el estudio preliminar como las respectivas «Cronología» y «Bibliografía» se incluyen para ayudar a un mejor entendimiento del proceso literario, por extensión, y de la calidad de escritor paraguayo, en especial, que con honra deberá serle adjudicado a Goycoechea Menéndez, primero entre los intelectuales de su país en enfrentarse con los prejuicios e intereses de la oligarquía porteña.