El relato que habéis leído es una pequeña historia construida en el cerebro de un manchego que, cuando no tiene nada que hacer, empieza a darle vueltas al coco hasta llegar a inventarse una historia que, la mayoría de las veces, resulta ser irreal. Su mente alberga recuerdos del pasado y conocimientos adquiridos en esa época, cuando estuvo prisionero en un colegio de curas. Sus recuerdos le permitieron poner en práctica una serie de costumbres, rituales y visiones, casi todas relacionadas con lo imposible; como el crimen perfecto, que está más que demostrado que no existe, o la buena suerte de la gente, que también es bastante escasa. La economía que oscila de una mano a otra, esto muy pocas veces se ha dado, y en la actualidad, bastante menos. El manchego es feliz imaginando estos mundos, no dejando sus fantasías albergadas en la nada para que estas no se pierdan en el olvido, ni en lo más recóndito de su cerebro. Agapito
Ángel Véliz Moya nació en Alcázar en el año 1950. Ha sido ferroviario durante 43 años, siendo una de sus mayores pasiones los trenes y los molinos de su tierra.