Desde hace milenios, las más diversas y poderosas civilizaciones humanas se han sentido elegidas por las divinidades, depositarias de la verdad y de derechos de abuso y explotación. El gran clasificador Carl Linneo denominó homo sapiens a seres especializados en el saqueo y la devastación, colocándolos en la cima de la pirámide evolutiva. A la vista de los resultados, tal vez sapiens solo sea la ensoñación taxonómica de una especie que aún estaría por llegar.
Las ciencias, tecnologías, artes, políticas o pensamiento que en sus fundamentos no incorporen sus propias especificidades "devolucionarias", respecto a lo históricamente expoliado, solo contribuirán a la barbarie civilizada, a la prórroga del silencio, al exterminio de los recursos y de la diferencia.
La desclasificación aporta, al ideal devolucionario, modalidades abiertas, plurales y particularmente contradictorias, de pensar y conocer.
El autor recoge, en varios centenares de ejercicios desclasificados y cuatro ensayos sintéticos sobre desclasificación, reflexiones e intuiciones, tan cargadas de dramatismo y autocrítica como de humor o ironía, fraguadas en una racionalidad paraconsistente y, por ello, radicalmente sensible.