En junio de 1961, cuatro niñas del pequeño pueblo cántabro de Garabandal afirmaron que la Virgen se les había aparecido y que había hablado con ellas. Estas apariciones se prolongaron durante varios años, durante los cuales todos los vecinos del pueblo más muchos sacerdotes, investigadores y curiosos de diversas partes del mundo pudieron ver , grabar y fotografiar y hasta tocar, pellizcar, auscultar o directamente incordiar a las niñas mientras éstas caían en trance durante horas en posturas extrañas y, ajenas a cuanto sucedía a su alrededor, reían o rezaban y a veces lloraban mientras hablaban con la Virgen.