Este libro no es más que una pequeña muestra del poliedro que somos y habla de la música que suena por los caminos de ida y vuelta que hemos habitado. La música de este poliedro es el ritmo del latido de un hombre común y sus circunstancias.
"Si arde la imagen o el reflejo de quien inicia el fuego para que nazcan nuevos brotes verdes de las nuevas cenizas a través del tamiz que al tiempo va a cribar y se abandonan al levante cruel, se queman los colores.
Si arde la letra o el eco de palabras que nunca se escucharon en la pira de escarcha alimentada por el frío que a la emoción retiene porque el teléfono colgó la frase en la primera sílaba, se quema el verbo.
Si arde la mano o el instrumento que la llama aplica para incendiar lo diferente a él, lo que juzga distinto suponiendo una afrenta y atiza los rescoldos donde las chispas crujen por encima del humo cegador, se quema el hombre."
Me llamo Juan, Juan Carlos, Jotacé, Carlos y Charly. Parte de mí quedó atrapada en el pop y rock de la infancia. Doy los buenos días y me paro en los semáforos en rojo. Respiro, como respira un niño que se cura de una neumonía inespecífica, sin haber tenido que derramar una lágrima. Abro la puerta de la casa y llego a ti, y te beso si tus ojos ríen, o si lloran, y hablamos de lo que ocurrió ayer. A veces perdonamos y otras veces sentenciamos no muy convencidos. Como veis, vivo en el escándalo.