Acto primero Sala de administración de la diligencia. Una puerta y dos ventanas en el fondo dejan ver el patio. A la izquierda el mostrador: en el rincón un gran reloj. Un farol colgado en medio y un quinqué en el mostrador alumbran la escena. Maletas, paquetes, baúles por el suelo y sobre las sillas. Empieza a amanecer.
Escena I
El ADMINISTRADOR en su silla, el MARQUÉS, MOZOS que durante las primeras escenas llevan y traen maletas, baúles, &c.
MARQUÉS DEL ROBLE. -¿Hay un asiento en la diligencia de Valencia?
ADMINISTRADOR. -Sí señor: aún quedan dos.
MARQUÉS DEL ROBLE. -Con uno me basta: tenga usted la bondad de...
ADMINISTRADOR. -¡Ah! Es usted, señor marqués del Roble. ¿Se vuelve usted ya a su quinta?
MARQUÉS DEL ROBLE. -Sí señor; me quedo en Ocaña, y allí va mi coche a buscarme y me lleva a la quinta de Yepes.
ADMINISTRADOR. -Es particular: este señor marqués (escribiendo), teniendo coche propio y hermosos caballos, prefiere viajar en diligencia.
MARQUÉS DEL ROBLE. -Pues no lo hago por economía, sino por gusto. Al cabo llevo compañía, y siempre encuentro originales que me divierten, o personas que me interesan. Uno cuenta aventuras que nunca le sucedieron, otro dice un chiste, este una majadería, aquel una agudeza, y así no se siente el fastidio del camino.
ADMINISTRADOR. -En cuanto a anécdotas de viajes y relaciones de batallas creo que nadie mejor que usted podrá... Un señor coronel que ha hecho toda la guerra de la independencia...
MARQUÉS DEL ROBLE. -Sí; pero yo hablo poco de mis aventuras. (Saca dinero y paga.) Tome usted: hasta Ocaña.
ADMINISTRADOR. -Aquí tiene usted. (Dándole el billete.) Eso es.
MARQUÉS DEL ROBLE. -Muy bien. ¡Ah! Dígame usted, ¿no ha venido nadie a buscarme?
ADMINISTRADOR. -No señor.
MARQUÉS DEL ROBLE. -Mi hijo se fue anteayer a la Granja a ver si conseguía una licencia, y quedó en venir aquí a decirme el resultado, y no sé cómo...
ADMINISTRADOR. -Todavía hay tiempo: aún no son las cuatro y media.