? ¡Me lo invento!, ¡me lo invento! Un ejemplo, por ejemplo.
Marina de la Torre escuchó aquellas palabras a sus espaldas y reaccionó al instante. Un malestar que pretendía paralizarla y que conocía bien, desde hacía más de dos años, inundó su ánimo. Su deseo fue desaparecer, hacerse invisible, esfumarse sin que nadie pudiera seguirla ni encontrarla. No podía hacerlo porque era quien era, una mujer de carne y hueso, que estaba donde estaba, en un pasillo del lugar donde trabajaba, y tenía que aceptar las consecuencias de aquella realidad, de la que formaba parte e intentaba definirla y que estaba contra ella en ese momento.
Hizo un acto de voluntad y logró controlar la inquietud.
Su propósito era no volver la cabeza para mirar hacia el lugar de donde precedían aquellas frases, que formaban un sonsonete que detestaba.