En un país de los muchos que existen en el mundo con pocos recursos, donde sus habitantes viven en la pobreza, nació una niña y esta era infinitamente más pobre que los demás, porque su mamá murió al venir al mundo ella.
El padre, atónito, no sabía cómo había sucedido, solo que se vio en los brazos con una recién nacida. No sabía qué hacer con ella. Hasta que la comadrona le dijo:
- Hombre, mírala, es tu hija.
Separó la toquilla que la envolvía y miró su carita. ¡Oh! Nunca había visto una niña tan linda. Su piel era como los pétalos de las rosas, sus ojos de un azul purísimo miraban a su padre como diciendo ¡quiéreme! El hombre, conmovido, la abrazó y acercó su boca al oído del bebé.
- Te cuidaré mientras viva. Te llamaré Celeste por el color de tus ojos.