"Calle es mi nombre" pretende demostrarnos que siempre hay un lugar para los sueños y algunos visionarios dispuestos a conseguirlos.
La lucha en las calles, los desencuentros, los cerdos racistas, los educadores amargados, los compañeros que se quedan en el camino. Todo forma parte de la vida del joven Ahmed y de su sueño español.
En el camino también gente sensible que cree en él y en su proyecto. La lucha por la cooperativa, el amor de María, la convivencia del grupo con sus luces y sus sombras van madurando al hombre Ahmed. Lo deja claro en el curso, aunque con voz temblorosa por el pudor y la emoción:
"Cuando me siento triste pinto, cuando me siento alegre pinto. Cuando me siento enfadado, rebelado, a punto de estallar, pinto. La pintura es mi alimento, mi medicina, mi fuerza. No podría concebir la vida sin pintar, con un lápiz, con un boli, con un pincel, con lo que tenga". Yo amo y necesito pintar."
Sabe que la fama es efímera y que nadie es más que nadie. Por ello tiene que aprovechar, tiene que rentabilizar su enorme oportunidad para compartir, apoyar e impulsar a otros, nunca quiere olvidarse de sus orígenes.
"Bajar del barco y volver a poner los pies en mi tierra, llenarme los ojos y el alma de esa algarabía ruidosa y desordenada de los vendedores ambulantes y los chicos de la calle, de los guías improvisados que te acechan a cada paso. Observar a los incautos extranjeros y a los hombres y mujeres de ojos negros con sus chilabas y caftanes adornando el ambiente, es maravilloso. Por unos momentos me quedo sin palabras."