"NI LA NIÑEZ, NI EL FUTURO MENGUAN" (RILKE)
Si lo primordial para el hombre es sentirse amado, ¿de dónde esa necesidad si su Origen no es el Amor? ¿De dónde la tendencia de toda vida a dar? Mas ¿cómo amar si no me siento amado?, objeta el expósito del amor. La pobreza y soledad extrema estriba en no sentirse amado.
JOVEN, HACERSE CARGO DE SÍ MISMO
Si el grano que cae en tierra fuera consciente, tendría esperanza; alberga en su seno una idea, y se esfuerza por lograrla. Pero no lo sabe, como tampoco el cabritillo que salta de acá para allá, ignorando qué sea ayer y mañana, atado corto a la cerca del presente. Pero nosotros sí aprendemos el tiempo, y con él la preocupación. Todo viviente crece hacia la forma, el futuro que tira de él. Es la esperanza, la niña de las virtudes, que lleva en sus alas a las dos hermanas.
El niño vive a cargo de sus padres y juega en ciego alborozo entre las lindes del pretérito y del futuro y vive casi puntualmente; no hay pasado que lamentar. Pero el joven ha de hacerse cargo de sí mismo y arriesgarse, toda vida se arriesga; el hombre un soplo más arriesgado.
Esperamos lo que amamos, lo que tantas veces nos ayuda a soportar el yugo del presente, esperando que lo extraordinario surja del seno de la vida y de sí mismo, enamorados como estamos del futuro. La felicidad no está aquí, está allí.
Irrumpe la juventud con sus entusiasmos y desamparos, el momento en que percibe la llamada y la respuesta urgente a qué hacer con su vida, tiempo en que, al parecer demasiado joven, hace su elección. ¡Qué ganancia y qué pérdida!
Nos forjamos a golpes de audacia; pero al riesgo lo acompaña la incertidumbre. No nos realizamos sin compañeros de viaje ?dos almas caminando juntas son más fuertes-, y no sabemos cómo va a terminar. Mas no olvidemos que una vida bien hecha no equivale a una vida con éxito tal como la entiende el mundo. Puede suceder una vida fracasada que ha quebrado en el intento.