Todas las montañas tienen su algo misterioso y fundacional, de solar de ancestros y refugio de divinidades. En las montañas anidan las nieves y nacen los aires, y los ríos, en esos paisajes desnudos, que parecen desconocer la historia de los hombres, según afirma un poeta paisano, Antonio Colinas. Pero en las montañas nacen también los mitos, y las estirpes, y esto parece más verdad en las del norte español que en parte otra ninguna, pues, desde Tineo hasta Guernica, de Monforte a los Cameros, fueron origen de la nobleza y prosapia de estos reinos, cuna de fantasías genealógicas, hades por el que vagar las ánimas de los antepasados más remotos. Estas Highlands nuestras compendian, en buena media, la historia mítica de España. Mas, si existe en toda la montaña lugar que concentre como ninguno mitos originarios, supersticiones y portentos, ése es, sin duda, Camposagrado. Epicentro de un ciclo legendario al que se vinculan, de un modo u otro, la mayor parte de los linajes y creencias de las comarcas vecinas, ha venido inspirando a lo largo de cuatro siglos a reyes de armas, clérigos y eruditos en el momento de justificar hidalguías y prebendas, con provecho de la tradición adaptada al caso, la etimología forzada o el simple disparate. De la fascinación por Camposagrado y sus enigmas tenemos abundantes noticias a partir de los siglos XVI y XVII, e incluso llegó a crearse, en 1661, un título nobiliario, el de Marqués de Campo Sagrado, en la persona del Corregidor de Madrid Gutierre Bernaldo de Quirós y de las Alas, que gozó de ciertos derechos señoriales en Valdeviñayo, compartidos con la abadesa de Otero, y cuya descendencia fue siempre, según afirma Díez Monar, muy generosa con el santuario . Las publicaciones acerca de Camposagrado son numerosas, desde que el canónigo Fernández Álvarez de Miranda iniciase la serie, allá por 1653. Buena parte de ellas dejan patente, ya en el propio título, el carácter misterioso y peculiar del santuario, cada cual, como era de esperar, buscando en la leyenda y sus reliquias lo que mejor cuadre a la concepción que el autor correspondiente tuviere del mundo y de la historia: Antigüedad de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Campo Sagrado...; El misterio de Campo Sagrado; Las leyendas de Camposagrado; El enigma de los 13 Pozos; Camposagrado: Su misterio y su mensaje; Santuario mariano de Camposagrado: historia, leyenda, actualidad ... El ciclo legendario y mítico de Camposagrado gira en torno a una supuesta batalla entre moros y cristianos allí librada en los albores de la Reconquista, y que algunos no han dudado en considerar la «Covadonga leonesa». Fue, según la versión más difundida, un crudelísimo enfrentamiento entre las tropas de Don Pelayo y los invasores sarracenos, que se resolvió en favor de los primeros merced a la treta ideada por un astuto capitán hispano, de nombre Colinas Rodríguez. Éste logró que el rey le permitiese excavar, en una sola noche, los trece pozos que todavía pueden verse en aquel desolado paraje, y esconder en ellos a sus tropas, engañando así a los musulmanes, que resultaron vencidos. Mas, comoquiera que, tanto la Virgen María como el Apóstol Santiago, se aparecieran a Don Pelayo para anunciarle su apoyo en el combate la final victoria cristiana, el monarca astur ordenó hacerle a cada cual su ermita, la una, dedicada al patrón de las Españas, desaparecida hace tiempo; la otra, precedente del actual santuario. Sin embargo, las leyendas de Camposagrado, al igual que tantas otras, se han visto a tal punto manipuladas o reelaboradas a través de los siglos por la erudición local, el clero ansioso de relatos piadosos y los intereses de genealogistas e hidalgos pueblerinos, que difícilmente pueden ya analizarse como una manifestación de la cultura más puramente popular y consuetudinaria, si es que ello existe, o ha existido siquiera. En este caso concreto, todo se ha puesto a disposición de la pequeña nobleza rural y la prosapia de un puñado de familias comarcanas, encabezadas por Colinas y Tusinos. Prosapia de la que, por cierto, no dudan Díez Monar, Florentino A. Díez, quien la considera certeza «seguramente histórica de un linaje leonés antiguo entre los más antiguos» ; ni otros muchos autores, que no han dudado en referirse a los Tusinos como «el linaje más antiguo de España».