A principios del siglo VIII se encendió una llama en la Peninsula Ibérica que iluminó occidente, en distinta medida, hasta finales del siglo XV, y esta luz se llamó al-Ándalus.
Los antecedentes que provocaron esta situación se iniciaron en el 711, tal vez de manera casual, cuando el reino visigodo de Don Rodrigo sucumbió ante el creciente y vital avance musulmán, y estos acontecimientos inciertos se prolongaron como una incertidumbre hasta que en el añño 756, el único Omeya superviviente de la matanza Abassi, en Damasco, Abd al-Rahman I fundó el emirato independiente de al-Ándalus.