Cuando observamos fotografías del Escorial del siglo XIX, enseguida llama la atención el panorama de desolación que presentaban sus montes, ni un árbol, ni un mísero arbusto ofrecían su sombra protectora. Era un paisaje más propio del satélite lunar que de nuestro planeta tierra, el resultado de años y años de explotación abusiva, de no establecer límites efectivos al diente del ganado y al hacha del leñador. No siempre fue así, y afortunadamente, por lo menos en este aspecto, ahora tampoco el paisaje es el de antaño. Cualquiera que se acerque al Escorial podrá contemplar la espléndida arquitectura de su afamado monasterio, envuelta por un denso pinar que trepa hasta las alturas del Abantos. Este manto verde es la obra de un grupo de técnicos, los Ingenieros de Montes, y de la Escuela que los formó, instalada precisamente en las antiguas casas de ofi - cios monacales, al pie mismo de esa sierra que con tanto esfuerzo consiguieron repoblar. Con este libro nos proponemos divulgar lo que hemos podido averiguar sobre dicha repoblación, valiéndonos para ello de documentos poco conocidos, algunos de ellos inéditos, obtenidos en muy diversas fuentes, archivos del Senado, del Museo de Ciencias Naturales, de la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo, del Palacio Real o de la propia Escuela de Ingenieros de Montes. En dichos papeles veremos como los trabajos de repoblación, iniciados materialmente en 1891, se prolongaron durante más de dos décadas. No menor fue el tiempo que necesitaron los forestales para comenzar su benéfica tarea, puesto que ya en 1869, al trasladarse la Escuela de Montes al Escorial, se preveía acometer de manera inmediata la ansiada repoblación. En estos dilatados prolegómenos jugó un papel destacado, interpelaciones en el Senado incluidas, D. Mariano de la Paz Graells. Esta circunstancia, unida a la reciente localización de un curioso diario en el que este eminente naturalista narra el descubrimiento en las laderas del Abantos de la famosa Graellsia ç, la mariposa más bella de Europa, nos ha decidido a profundizar en las fecundas relaciones que a lo largo de más de medio siglo mantuvo Graells con el Escorial.