ACTO I
ESCENA I
LA MARQUESA. DON LEONCIO.
(Aparecen sentados.)
DON LEONCIO Vamos ahora al objeto
principal de mi visita.
Yo tengo treinta y cinco años;
es decir, que ya principia
para un servidor de usted
el otoño de la vida;
edad la más a propósito
para buscar una digna
compañera y comprender
con recta filosofía
las santas obligaciones
de un buen padre de familias.
Como las madres son linces
en lo que atañe a sus hijas,
excuso decir a usted
que idolatro a Casimira.
Acaso usted califique
de temeraria osadía
mi pretensión, si compara
con su cuna esclarecida
la de un ciudadano liso
que se ha enriquecido en Indias;
pero si a fuerza de amor
y de letras a la vista
puedo compensar la falta
de ejecutorias antiguas,
me tendré por muy feliz
con una esposa tan linda
y con que me llame yerno
la marquesa de Valbrisa.
MARQUESA Líbreme Dios, don Leoncio,
de anteponer a la dicha
de esa inocente muchacha
preocupaciones ridículas.
Infundirle he procurado
muy diferentes doctrinas,
porque estoy bien penetrada
de que siempre han sido efímeras
las vanidades del mundo,
y es bueno que desde chica
se prepare a los reveses
de la fortuna enemiga.
Para merecer usted