Deseo manifestar que esta guía era necesaria y que es necesaria su difusión entre los profesionales y entre los pacientes diagnosticados de Disfonía Espasmódica o a los que se les va a realizar el tratamiento con infiltración con toxina botulínica las primeras veces. Con ello no hago sino reafirmar lo que el entusiasmo de Encarna Caballero, Presidenta de la Asociación Española de Disfonía Espasmódica (AESDE), apunta en la Introducción y viene practicando desde hace años. El ejemplo de la actividad de los pacientes de la AESDE es un estímulo para todos los profesionales que tratamos esta enfermedad. Es necesaria la difusión porque todavía no es extraño encontrar a pacientes que acuden a nuestras consultas después de años de soportar que les diagnostiquen de un trastorno psicológico, y eso sólo por el hecho de hablar todavía con más espasmos cuando están nerviosos; o que les digan que su enfermedad no tiene cura. La disfonía espasmódica es una enfermedad orgánica, bien que de origen todavía desconocido, pero que tiene un más que aceptable tratamiento. El tratamiento que se considera en este momento el de referencia es la infiltración de las cuerdas vocales con toxina botulínica, como aquí se dice, para producir una denervación transitoria de las cuerdas vocales y evitar los espasmos, que tanto mortifican a los pacientes. Pero además del tratamiento de la infiltración existen otras formas de tratamiento como el quirúrgico, que si bien se abandonó hace años, ahora resurge con nuevas y más eficaces técnicas quirúrgicas.