Estas letras tan sencillas, y que sin embargo dicen tanto, nos hacen reflexionar sobre la suerte que hemos tenido de conocer y compartir la vida de nuestros ancestros, de jugar y correr de niños por todos estos pueblos que, con sus puertas abiertas, nos han enseñado tantas y tantas cosas, desde el valor de la amistad y el respeto hasta el amor por los nuestros que, sin tener nada, nos lo daban todo, que sin saber apenas, la gran mayoría, leer ni escribir eran tan sabios. Cuando se posee algo tan valioso como esto algo que siempre llevas en el corazón, solo deseas que alguien, como Pilar "mi querida tía Pilar", no pierda nunca sus ganas de contar cosas.
Ojalá que todas estas nuevas generaciones de buenos chicos y chicas tengan la gran suerte de tener las mismas vivencias o la fortuna de que retazos de la historia como estos caigan en sus manos y así, en algunos de estos viajes, sientan deseos de parar y conocer estas pequeñas aldeas que encierran tantos tesoros.
Gracias por tus ganas de escribir.
Fernando.
