A mis ochenta y siete años quiero exponer mis razones y mis sentimientos.
El saber es bello y hermoso pero..., de joven no pude estudiar.
A los catorce años dejé la escuela cuando terminó el curso en Junio de 1936. Las notas fueron espléndidas y como premio me dieron, para el siguiente curso, una beca para iniciar los estudios de Magisterio.
Con el estallido, el 18 de julio de 1936, que mi patria sufrió, me cortaron las alas, mis deseos se fulminaron, todo roto quedó. Con tantas estrecheces como después me tocó vivir, los años fueron pasando y la vida también.
Cuando quise darme cuenta ya era una mujer hecha y derecha para estudiar y en los libros de la vida tuve que aprender.
Mis padres, inteligentes y buenos, fueron mis profesores ya que, al quedarse pobres después de la guerra, no tenían medios para pagar estudios y tuve que ponerme a trabajar.
Con ellos aprendí buenas acciones, trabajar y demás, para que el día de mañana supiera llevar la casa, pues en la vida y según las circunstancias otra cosa no se podía hacer.