En esta obra, consideramos tanto como es posible el arte de enseñar, bajo el punto de vista científico, es decir, que apreciamos y corregimos las máximas generalmente recibidas, relacionándolas con las leyes mejor demostradas de la inteligencia.
Hemos consagrado tres capítulos al estudio de la inteligencia y de las emociones en sus relaciones con la educación. En el resto de la obra, hemos tratado los puntos que se relacionan de una manera más especial a nuestro objeto.
Ciertos términos y ciertas locuciones juegan un papel importante en todas las discusiones; nos hemos esforzado, desde el principio de esta obra, en designarles un sentido exacto. Estos términos y locuciones, son: la memoria, el juicio, la imaginación, el paso de lo conocido a lo desconocido, el análisis y la síntesis, las lecciones de cosas, la instrucción y la disciplina, y hacer bien una sola cosa.
También hemos estudiado aparte, los valores educacionales de los diferentes estudios comprendidos en los programas usuales, y especialmente de los estudios científicos.
Los capítulos sobre el orden de los estudios -orden psicológico y orden lógico- presentan de una manera ventajosa para nosotros, cierto número de puntos importantes. Primero, es indispensable saber cuál es el órden en el que las facultades se desarrollan, y qué influencia debe tener este orden sobre el de los estudios.
Tal es la cuestión psicológica. En segundo lugar, existe un orden que depende de la relación que tienen los estudios entre sí; en la mayoría de los casos es bastante evidente; pero puede, algunas veces, estar disimulado por ciertas circunstancias. Esto es lo que nosotros llamamos el problema lógico o analítico de la educación.
Una vez esclarecidos estos preliminares, abordamos el objeto principal: los métodos de enseñanza. Despues de haber hablado de los primeros elementos de lectura, llegamos a la delicada cuestión del principio, de los conocimientos propiamente dichos.
Esto nos trae a las lecciones de cosas, que, más que cualquier otro medio de enseñanza, piden ser tratadas con cuidado: sin esto, un procedimiento admirable podría, en manos inhábiles, no ser más que un asunto de forma agradable, pero sin valor. Examinamos luego los métodos que pueden aplicarse a la geografía, a la historia y demás ciencias.
En este trabajo damos un lugar preferente a la lengua materna, y examinamos detalladamente todo lo que se relaciona con su estudio: el vocabulario, la gramática, la retórica y la literatura.
Consagramos un capítulo al examen del valor que debemos asignar en nuestra época al latín y al griego. La disposición provisional, segun la cual los conocimientos superiores no han sido, durante varios siglos, accesibles más que por la mediación de dos lenguas muertas, ha terminado. Debemos, pues, preguntarnos si se ha descubierto, para esas dos lenguas, alguna nueva utilidad que justifique la pérdida de tiempo y el trabajo que cuestan, ahora que ya no existe su primitiva utilidad. Como creemos que el sistema actual será modificado mas o menos tarde, indicamos lo que más nos parece ser el plan de estudios del porvenir, para la educación superior.
Para la educación moral, hemos querido demostrar claramente los puntos en que los errores parecen más temibles. En cuanto a la religión nos hemos limitado a considerarla en su relación con la enseñanza moral.
Un corto capítulo sobre la educación artística es destinado a disipar ciertos errores generalmente esparcidos, sobre todo tratándose de la relación que existe entre el arte y la moral.
En todo este trabajo nos hemos esforzado en combatir la confusión, más aún que el error. Los métodos de educación han hecho ya grandes progresos, y no es fácil esperar que cualquier descubrimiento imprevisto cambie bruscamente todo el sistema actual, pero creemos que todavía pueden hacerse muchas mejoras. Para nosotros el punto principal es la división del trabajo; para realizar un gran progreso, en el arte de enseñar, es preciso separar los diferentes estudios que, por desgracia, tan fácilmente se confunden.