Llevo muchos años pensando en la novela que me gustaría escribir, de hecho ya está escrita en mi mente, pero ponerse a la faena es otra cosa. Suelen asaltarme ideas de toda índole: no me siento capacitada... me falta riqueza de vocabulario, etc. Un crónico preguntarme ¿y para qué?, en fin, tales pensamientos me desaniman. Estoy escribiendo esto y me acuerdo de Azorín. En sus momentos de pesimismo y melancolía, que eran muchos, creía que nada merecía la pena, que cualquier esfuerzo era inútil. El decía: "Comprender es entristecerse, observar es sentirse vivir... y sentirse vivir es la muerte". Y a pesar de este desánimo dejó una obra extraordinaria.

Bien, sigo con mi tema, he leído novelas tan malas ?algunas de ellas premiadas? que me digo: mi novela no sería peor que ésta. Me indigno, entonces, porque tal libro me ha robado tiempo y dinero, pero también he de reconocer que soy incapaz de abandonar una novela a medias. La idea de que puede mejorar, o bien una frase o un párrafo notables, me animan a continuar. Por otro lado, nunca dejo de sentir respeto por el autor, en cuanto que escribir un libro requiere mucho esfuerzo y sacrificio.

Soy devota de la filosofía de Séneca; me identifico plenamente con Azorín; me entusiasma Shopenhauer, excepto su opinión sobre la mujer claro; por otro lado algo muy normal en la época. Wilde, Poe, Maupassant me embelesan... Después de haber leído a estos genios y a otros muchos me pregunto cómo es posible que yo quiera escribir una novela. Y en esas estoy.

Debo añadir que la literatura actual por lo general me decepciona, la olvido enseguida. Confío más en clásicos, como Galdós, Unamuno, Baroja, etc. Posible es que me esté volviendo algo trascendental y mística debido a que soy una loca lectora de los antiguos filósofos.

Sobre los libros que nos han recomendado leer en el curso, la obra de Manuel Rico, Trenes en la niebla, me ha parecido interesante aunque no me esperaba un desenlace tan fantástico, tan de ciencia ficción. Un broche pobre, de salida fácil, para una trama de misterio e intriga bien desarrollada, que engancha al lector desde la primera página y que se hubiera merecido otro final.

En cuanto a Deshojando Alcachofas, de Esther Vendahan, una historia sin trascendencia alguna. Los personajes se me revelan insulsos, vaivenes de dos "niñas bien" que se embrollan en una situación absurda y poco más.