La poesía está en la dimensión que sustenta de belleza la escritura y el lenguaje, en la hondura de la palabra, la contemplación y el testimonio, en la naturaleza más espiritualizada o primitiva.

Y el poeta es el oficio de la creación nómada del pensamiento.

En -Últimas Devociones-, este pensamiento lleno de semblanzas líricas conforman los poemas.

Buscan la concreción y añoranza del pasado en la concisión de un presente, no con los interrogantes y obsesiones propias de un mundo apenas perceptible, sino encarnados por valores simbólicos y alusivos dentro de un ámbito formal.

Se impregnan de la condición sobresaltada de los sentidos, a la manera de alcanzar los límites de una confusa precisión en la encrucijada de la subsistencia más cotidiana.

Las opresivas imágenes, las afirmaciones poéticas, son el ejercicio de la subjetividad para sugerir la necesidad de una agitación de pasiones y matices con los más íntimos o sutiles sentimientos en busca de la armonización con la experiencia esencial de cada uno.