Hola Señor, hoy la mañana se me presenta oscura y es que tengo agotada la paciencia. Mi saludo es un saludo cansado, falto de esperanza, siento la tristeza compañera de mis horas y recurro a Ti. Te escribo en desahogo de mi ser, en busca de una sonrisa amiga que de calma a este corazón tibio, cada minuto de este momento me sabe a soledad latente y yo inquieta y sola me amarro a tu querencia misteriosa. Hoy el día se me presenta roto y sé que al único que le puedo decir estas cosas es a Ti, Tú no me defraudas, me escuchas y el dulce soplo de tu brisa se hace suave en mi compañía. Pienso en tu pasión y en tu muerte y me siento egoísta, no tengo derecho a sentirme como estoy cuando sé que estás a mi lado y que nunca te separas de mí. ¡Te necesito tanto Señor! Que eres mi presente luminoso, álamo balsámico para este pecho, río caudaloso de bonanza, eres el todo de mi vida. Sin Ti, mis silencios sería solamente eso, silencios, mas contigo se convierten en gritos suaves y apretados. Señor mi Dios, cuando me desperté esta mañana vi que todo era negro y ha sido hablar un instante contigo y todo ha cambiado. ¡Qué tendrás que con solo orarte un ratito todo se transforma! ¡Cuánto aprendo cada día!, aprendo ha amarte y desearte con un amor tan puro que me abandono en tu sombra blanca y en tu deleite amoroso. ¡Qué bueno es rezarte! La oración es la mejor medicina que tenemos, ¡qué pena que los científicos no la conozcan, si supieran lo que es, segura estoy que se la llamarían suya! No tengo por menos que dar mi agradecimiento a tantas personas que me han hecho ver que orarte, es el fruto más rico. Tengo en este instante en mi pensamiento a F., que tanto me ha enseñado, con esos testimonios tan vivos que presenta cada tarde de los lunes, son cortos pero tan llenos de Ti que a mi me conmueven. Su hermana con sus dudas que me hace ver que no estoy sola en este sentimiento, porque aunque digo que te amo y te necesito tanto, a veces la duda se apodera de mi ser y tu presencia se me torna en ausencia. Podría poner nombres a muchas más caras, por ejemplo, F. que siempre me sorprende cuando habla con tanto amor de los ancianos, me hace reflexionar y ejercito la paciencia con los míos, pero es tan efímera...