INTRODUCCIÓN DE ABDALLA BEN ALMOCAFA
Los filósofos entendidos de cualquier ley e de cualquier lengua e se trabajaron de buscar el saber, e de representar e ordenar la filosofía; et eran tenudos de facer esto. Et acordaron e disputaron sobre ello unos con otros, e amábanlo más que todas las otras cosas de que los homes trabajan, et placíales más de aquello que de ninguna juglería nin de otro placer; teníen que non era ninguna cosa de las que ellos se trabajaban, de mejor premia nin de mejor galardón que aquello de que las sus ánimas trabajaban e enseñaban. Et posieron ejemplos e semejanzas en la arte que alcanzaron e llegaron por alongamiento de nuestras vidas e por largos pensamientos e por largo estudio; e demandaron cosas para sacar de aquí lo que quisieron con palabras apuestas e con razones sanas e firmes; et posieron e compararon los más destos ejemplos a las bestias salvajes e a las aves.
E ayuntáronseles para esto tres cosas buenas: la primera, que los fallaran usados en razonar, e trobáronlos, según lo que se usaban, para decir encobiertamente lo que querían, et por afirmar buenas razones; e la segunda es, que lo fallaron por buena manera con los entendidos por que les crezca el sabor en aquello que les mostraron de la filosofía cuando en ella pensaban e conocían su entender; la tercera es, que los fallaron por juglaría a los discípulos e a los niños. Et por esto lo amaron e lo tovieron por extraña cosa, et quisieron estudiar en ello e saberlo; que cuando el mozo hobiere edad: e su entendimiento complido, e pensare en lo que dello en los días que en ello estudió, e lo que ende ha notado en su corazón, sabrá ende que habrá alcanzado cosa que es más provechosa que los tesoros del haber et sería atal como el home que llega a edad e falla que su padre le ha dejado gran tesoro de oro e de plata e de piedras preciosas, por donde le excusaría de demandar ayuda en vida.
Pues el que este libro leyere sepa la manera en que fue compuesto, et cual fue la entención de los filósofos e de los entendidos en sus ejemplos de las cosas que son ahí dichas. Ca aquel que esto non sopiere non sabrá que será su fin en este libro. Et sepas que la primera cosa que conviene al que este libro leyere, es que se quiera guiar por sus antecesores que son los filósofos e los sabios, e que lo lea, e que lo entienda bien, et que non sea su intento de leerlo fasta el cabo sin saber lo que ende leyere. Ca aquel que la su intención será de leerlo fasta en cabo, e non lo entendiere nin obrare por él, non fará pro el leer, nin habrá dél cosa de que se pueda ayudar.
Et aquel que se trabajare de demandar el saber perfetamente, leyendo, los libros estudiosamente si non se trabajase en facer derecho, e seguir la verdat, non habrá dél fruto que cogiere si non el trabajo e el.
El hombre que encontró un tesoro y es engañado por los cargadoresE será atal como el home que dijeron los sabios que pasara por un campo, e le apareció un tesoro, et después que lo hubo, vino un tal tesoro cual home non viera, et dijo en su corazón: «Si yo me tomare a levar esto que he fallado, e lo levare poco a poco, facerseme ha perder el gran sabor que he dello. Mas llegaré peones que me lo lieven a mi posada, et desí iré en pos dellos.» E fízolo así, e levó cada uno dellos lo que pudo levar a su posada, e feciéronlo desta guisa fasta que hobieron levado todo el tesoro. Et desí esto fecho, fuese el home para su posada e non falló nada, mas falló que cada uno de aquéllos había apartado para sí lo que levara, et así non hubo dende salvo el lacerio de sacarlo. Et esto por cuanto se acuitó, e non sopo facer bien su facienda por non ser.
Et por ende, si el entendido alguna cosa leyere deste libro, es menester que lo afirme bien e que entienda lo que leyere, o que sepa que ha otro seso encobierto. Ca si non lo sopiere, non le terná pro lo que leyere, así como si home levase nueces sanas con sus cascas, e non se puede dellas aprovechar fasta que las parta e saque dellas lo que en ellas yace.
El ignorante que quiere pasar sabioE non sea atal como el home porque decía que quería leer gramática, que se fue para un su amigo que era sabio, et escribióle una carta en que eran las partes de fablar, e el escolar fuese con ella a su posada, e leyóla mucho; pero non conoció nin entendió el entendimiento que era en aquella carta, e la, e súpola bien leer. Et acertóse con unos sabios cuidando que sabía tanto como ellos, et dijo una palabra en que yerró. E dijo uno de aquellos sabios: «Tú yerraste en lo que decías, ca debías decir así». Et dijo él: «¿Cómo yerré? yo he decorado lo que era en una carta.» Et ellos burlaron dél por que non la sabía entender, et los sabios toviéronlo por muy gran necio.
Et por esto cualquier home que este libro leyere e lo entendiere, llegará a la fin de su entención, e se puede dél aprovechar bien, e lo tenga por ejemplo, et que lo guarde bien. Ca dicen que el home entendido non tiene en mucho lo que sabe nin lo que aprendió dello, maguer que mucho sea. Ca el saber esclarece mucho el entendimiento, así bien como el olio que alumbra la tiniebla, ca es la escuridat de la noche. Ca el enseñamiento mejora su estado de aquel que quiere aprender. Et aquel que sopiere la cosa e non usare de su saber, non le aprovechará.