PREFACIO
Amigo Bonafoux:
Acabo de leer, con el placer con que leo siempre los escritos de usted, las pruebas de su libro BILIS y mi impresión es ésta: que si usted no es anarquista, merece serlo; lo cual, a mi juicio, constituye el mayor elogio.
Sí, lo merece usted por el odio vivificado que siente por las infamias, las ruindades, las hipocresías que deshonran, ¡ay! no sólo a España, sino a todas las naciones contemporáneas. Lo merece, además, por el amor que profesa usted a los desheredados, a los perseguidos, a las victimas todas. Lo merece, en fin, por el deseo que siente usted de que a las quejas y a las críticas con que sacude a la sociedad siga pronto la acción demoledora llamada más tarde a reedificar sobre las ruinas de lo que ya se tambalea.
Usted invoca, simbólicamente, el cólera y la peste bubónica para que barran esta sociedad, que le da asco. Pero más vale que no hayamos de contar con ellos, pues sólo vendrían a matar a los pobres y a enriquecer a los pillos. Vale más que cuente usted con nosotros, los anarquistas, que seguimos luchando, y acabaremos por triunfar.
Usted, que está con nosotros cuando somos los vencidos y cuando se trata de defendernos, estará también a nuestro lado el día de la gran batalla, que será el día de la victoria.
Entonces, como ahora, podrá usted contar con los sentimientos fraternales de su amigo
Enrique Malatesta.
Londres, 2 de julio de 1907.
COMENTARIOS
Por ser quien es, este libro no necesita presentación. No huelgan, sin embargo, las precedentes líneas que le ha dedicado Malatesta, porque un libro lleno de bombas de tinta debe ser llevado de la mano, al salir a la calle, por el hombre que, según ha dicho Daily Express, es el más grande y porfiado agitador de Europa.
Es este el primer tomo, o el primer vómito, de Bilis.
Queda otro.
Aunque Avicenne dijo: -Desconfiad de la bilis, origen de no pocos crímenes, no desconfiad de este libro, porque su bilis no es mal sana. No salió ella de mí mismo, sino de los acontecimientos, como sale el pus de un tumor que se revienta por sí solo...
Algunos de estos artículos tuvieron el honor de ser denunciados. Por otros tuve el honor de ser procesado. Por otros, en fin, padecieron persecuciones de la llamada Justicia, y estuvieron en la cárcel, directores de periódicos, como los de La Correspondencia de Puerto-Rico y El Heraldo Español de Santo Domingo, que los publicaron o reprodujeron.
El vario curso de los sucesos humanos se encargó de rectificar la injusticia de los Tribunales. Así, el fallo absolutorio de Ferrer ha hecho bueno y justo el artículo que publiqué contra el infame y estúpido informe del Fiscal Becerra del Toro y que fue denunciado al publicarlo El Radical de Rodrigo Soriano. El triunfo final pertenece siempre a la Verdad.
Este libro no está solo. Le acompañan los revolucionarios de todas partes. Es más: le aplaudieron, al aplaudir mi labor de La Campaña y El Heraldo de París, compatriotas nuestros que no son revolucionarios, pero sí españoles de vergüenza. Porque llenaría un tomo, no debo reproducir aquí los comentarios que mereció La Campaña y El Heraldo de París a periódicos extranjeros, como L'Intransigeant, de Rochefort, y La Gazette des Étrangers, de Ginebra; a la Prensa de provincias, y a no pocos periódicos de Madrid, aunque Madrid es el foco de la putrefacción política de España. Con registrar las colecciones de La Campaña y El Heraldo de París basta para convencerse de que ningún periódico español ha recabado tantos encomios, expresados con tanta espontaneidad.
Debo, no obstante, reproducir algo esencial al propósito que persigo.
La Razón, de Cartagena, llamaba a La Campaña: «el más independiente de los periódicos escritos en español»; La Federación, de Alicante, dijo de él que era «un periódico independiente, no a la usanza española, sino independiente de verdad»; y haciendo psicología del periódico, añadía:
«Luis Bonafoux, con ese estilo juguetón, alegre y espontáneo, y esa frase ligera y brillante que caracterizan sus trabajos, es todo un pensador profundo que se ríe de las creencias de su siglo y de las rutinas, prevenciones y convencionalismos de una sociedad falsa, hipócrita, miserable...
«Sobre el dolor que las tristezas humanas producen, lanza él sus carcajadas...
«Burla burlando exhibe en sus crónicas los hechos, al parecer triviales, pero que revelan males hondos, cánceres profundos, que él presenta al descubierto sin temor a las protestas de los místicos del día.
«Como escritor independiente que es, ha tenido sus luchas... pero ha vencido.
«Bonafoux ha conseguido sobreponerse a sus feroces enemigos, sin usar ni valerse para ello de zalemas ni de hipocresías.
«Combatido sin tregua, zaherido sin descanso, denigrado por los del «oficio» y maldecido por la canalla de la reacción, Bonafoux ha estado siempre en su puesto, no mendigando huecos en ninguna redacción y si imponiéndose en todas por su ática sal, su humorismo incomparable y su talento nada vulgar a la turba de despechados o ignorantes que pretendían cerrarle el paso. Y su victoria debe envanecerle...
«Hoy publica La Campaña de París, y al sólo anuncio de que la dirige Bonafoux se han agotado inmediatamente los millares de ejemplares a España enviados.»