Venus, vestida de múltiples desnudeces,
danza entre las rondallas
de los esféricos astros,
Cibeles la contempla calmando a sus leones,
aquella busca efebos adorables,
esta pretende sacerdotisas vírgenes,
y mientras la sensual ofrece placeres,
la gran madre, bien hablada y oída,
brinda vida, muerte y resurrecciones,
mas los soles son hogueras breves,
los años pasajeros instantes,
un susurro los truenos,
un lagrimeo los diluvios,
los huracanes brisas y los rayos chispazos,
la existencia solo deviene aciago verdugo
que la venusina Afrodita seduce y apasiona,
los humanos apenas hojas cobrizas
maquilladas por vientos otoñales.