En contra de algunas teorías, el oficio mas viejo del mundo es el de voyeur, y Dios fue el mayor voyeur del universo. El observaba al hombre escondido en el paraíso y juzgaba sus actos.
Si yo creyese en el creacionismo, diría que los humanos como buenos hijos, aprendimos de nuestro Padre a crear y a destruir y también heredemos la condición de voyeurs.
Debemos estar atentos, observar; no en el sentido del voyeur furtivo; como el de aquellos viejos que pintó Tintoretto y espiaban a Susana buscando la excitación, sino como necesidad de percibir, de tomar conciencia de las cosas y a partir de ahí poder ser críticos y consecuentes con las mismas.
Me considero un gran voyeur de la vida, un observador incansable del devenir del ser humano y su entorno. Y creo que este oficio; el de mirar, hace que todas las cosas cobren sentido y nuestro paso por la vida también.