Cuando nos crece la edad la memoria del corazón se hace más selectiva, se hace notar, late y sigue latiendo, no hay seísmo, nada tiembla, solo son los latidos acelerados de la infancia porque, del tiempo de los tiempos, qué sabrán los calendarios. Ese Toro vivido y contado a través de nuestros mayores. Toro desde la distancia que ponen la querencia y los años. Toro desde las sensaciones, desde los sentimientos. Ese Toro invisible a los ojos que habita dentro de nosotros, porque hay un Toro que no sale en las postales. Solo podemos atrapar el tiempo entre fotos y palabras, entre imágenes y letras, solo ahí permanece el tiempo parado, tiempo de otros tiempos, testigos de papel entre fotos y palabras. Ese Toro emocional es el que, de alguna manera, quiero dejar plasmado en estas páginas expresado en su conjunto monumental y emotivo. En un imposible olvido mezclado de admiración y devoción. En lo que para mí ya es.
Isabel Hernández Gil nace en Villabuena del Puente (Zamora), el 20 de septiembre de 1954. Actualmente vive en Madrid donde se trasladó siendo adolescente. Desde niña no abandona su pasión por las palabras. Dotada de una gran sensibilidad y de una inteligencia sencilla descubre que es, sin duda, lo que más le gusta hacer. Para ello se inscribe en Clubs de Lectura y en talleres de Creación Literaria, destacando con su narrativa. Nos descubre un lenguaje minucioso, atento al más mínimo detalle, nos desviste la memoria, nos conduce con la calma, serenidad y sosiego de quien reconoce la importancia de lo sencillo. Entre otros lugares, ha viajado por el sur de Europa, Grecia, Rodas, Egipto, Nueva York, y China.